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Gastronomía

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Extremadura es una región que cautiva

Visitar Extremadura desde el primer momento, llena de historia, naturaleza y una autenticidad que pocas zonas pueden igualar en España. Después de pasar entre 10 y 12 días recorriendo sus paisajes y pueblos, puedo decir que Extremadura se siente como un viaje en el tiempo y un acercamiento a una España profunda y bien conservada. Desde ciudades Patrimonio de la Humanidad hasta pueblos medievales y rincones naturales únicos, este destino en el suroeste español es mucho más que un simple lugar de visita: es una experiencia inolvidable.


La ciudad de Cáceres es, sin duda, uno de los mayores atractivos de Extremadura. Su casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad, y caminar por sus calles es como regresar a otra época. Cáceres cuenta con una de las plazas mayores más impactantes de España, rodeada de edificios históricos y monumentos imponentes. En nuestra visita, la plaza se convirtió en uno de nuestros puntos favoritos, pues desde aquí se pueden contemplar algunos de los edificios más emblemáticos, y su atmósfera nocturna es inolvidable.

Plasencia, conocida como la entrada al Valle del Jerte, nos sorprendió con su encanto y belleza inesperada. Esta ciudad tiene una estructura única y un casco histórico lleno de detalles. Destacan sus catedrales y el Palacio Mirabel, que aportan un toque de elegancia y majestuosidad. Al explorar Plasencia, se percibe su importancia histórica, y sin duda, se ha convertido en un lugar para repetir, especialmente si visitas el Valle del Jerte en la época del cerezo en flor, una experiencia natural difícil de describir con palabras.

Mérida es otro de esos lugares imprescindibles en un viaje a Extremadura. Fundada como colonia romana en el año 25 a.C., conserva uno de los patrimonios romanos más importantes de España. No pudimos evitar sentir la inmensidad histórica al recorrer el teatro y el anfiteatro romanos, así como el majestuoso acueducto. Mérida es ideal para los amantes de la historia, y cada rincón parece contarte una nueva historia de los tiempos del Imperio Romano.

El Real Monasterio de Santa María de Guadalupe es otro lugar destacado, que combina una mezcla de estilos arquitectónicos, desde el gótico hasta el neoclásico. En nuestra visita a Guadalupe, apreciamos su riqueza cultural y su valor como centro de peregrinación. Aquí se encuentra la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura y reina de la hispanidad. Es un sitio imperdible tanto por su belleza arquitectónica como por su importancia religiosa e histórica.

Adentrándonos en Las Hurdes, encontramos una zona de Extremadura que sorprende por su paisaje y su arquitectura. Aquí visitamos el mirador del Meandro Melero, que ofrece vistas panorámicas únicas. Los pueblos negros, construidos en pizarra, tienen un carácter especial, y es fácil sentirse parte de una historia antigua caminando entre sus casas tradicionales. Las rutas de senderismo en esta comarca son perfectas para desconectar y disfrutar de la naturaleza extremeña.

Trevejo es una pequeña villa medieval que se siente como un viaje en el tiempo, y desde su castillo, las vistas de los alrededores son impresionantes. Hervás, por otro lado, destaca por su herencia judía y su famoso barrio judío, uno de los mejor conservados de España. Desde el río se puede disfrutar de una estampa típica de esta encantadora villa. Ambos pueblos ofrecen una experiencia cultural y visual que hacen que el viaje a Extremadura merezca aún más la pena.

Trujillo es famoso por su plaza principal y sus edificios históricos, así como por ser uno de los centros turísticos más reconocidos de Extremadura. Es fácil perderse por su casco antiguo y sentirse maravillado con su riqueza monumental. Zafra, por su parte, es una ciudad que combina tradición y modernidad, y sus plazas son perfectas para descansar y disfrutar de la gastronomía extremeña.

Aunque no es tan conocida turísticamente como otras ciudades, Badajoz ofrece sorpresas para quienes se animan a explorarla. Su casco antiguo alberga la emblemática Plaza Alta, con su arquitectura tan particular, y junto a esta se encuentra la Alcazaba, desde donde se obtienen vistas panorámicas de la ciudad. Una visita al Museo del Carnaval en Badajoz fue uno de los puntos más divertidos de nuestro recorrido, especialmente al ver los coloridos trajes de carnaval que exhiben.

Situado cerca de la frontera con Portugal, Olivenza es un lugar especial por su fusión de estilos arquitectónicos. Sus calles son un reflejo de la influencia portuguesa, y es un lugar ideal para apreciar una mezcla única de historia y cultura. En particular, recomendamos el Museo Etnográfico Extremeño, que ofrece un viaje al pasado, y la capilla del Espíritu Santo, una joya que no deja indiferente a nadie.

Finalmente, el Valle del Jerte es famoso por la fiesta del cerezo en flor, un espectáculo natural de interés turístico nacional. Aunque es conocido principalmente por esta festividad primaveral, también se pueden realizar varias rutas de senderismo para descubrir sus pueblos y disfrutar de su rica gastronomía. Es uno de los destinos naturales más reconocidos de Extremadura, y su paisaje en primavera es simplemente inolvidable.

Extremadura es un destino que tiene mucho que ofrecer, y cada rincón parece guardar una historia única. Desde el impresionante patrimonio romano de Mérida y la arquitectura medieval de Cáceres, hasta la belleza natural del Valle del Jerte y Las Hurdes, esta región es ideal para quienes buscan una experiencia auténtica en España. Extremadura nos dejó con ganas de más, y estoy seguro de que volveremos para seguir descubriendo sus secretos. Cada ciudad, cada pueblo y cada paisaje es una invitación a explorar más profundamente la riqueza cultural, histórica y natural de esta región.